martes, 20 de diciembre de 2011

El Ayto de Madrid multará con 750€ a quien busque comida en la basura

Así de bien suena la futura normativa. Si alguien tenía dificultades para comprar comida en los establecimientos, en breve esperar el contenedor a la salida del mismo le puede costar caro.

Manda huevos que hoy día, con casi 5 millones de parados y un 19.6% de pobreza, se piense que la gente va a la salida de los supermercados por hobby. ¿No era la necesidad la que guiaba a miles de españoles con sus cartillas de racionamiento a la comisaría de abastos en la posguerra? Claro, que la alternativa es la mendicidad, es decir, hacer público tu mala situación. Mucho mejor que acudir de forma anónima a aprovechar lo que otros no van a usar. Mucho mejor que se pudra en los vertederos y se acumulen los desechos mientras otros mueren de hambre. Mucho mejor que la gente vaya allí a por comida. Mucho mejor esta cultura de tirar y tirar.

Para finalizar esta entrada dejo un enlace al movimiento Dumpster Diving (buceando en el contenedor), cuyo fin es aprovechar comida no por necesidad, sino por conciencia.

Extra: imagenes pornográficas.


jueves, 8 de diciembre de 2011

La Libertad. Ese mito.

El hombre, su progreso y sus implicaciones. Desde siempre, y más desde que tuve que leerme partes del libro El ídolo de Silicio , me ha llamado la atención bastante este tema. Hasta el punto, de volverme el gilipollas que conocéis.

Hace tiempo que me asaltan muchísimas dudas, cada vez de forma más y más aguda. Una pequeña muestra es:

  • ¿Qué es la libertad?
Ya sabéis que yo creo que no somos libres (en el sentido más extenso de la palabra). Y no somos libres porque no comemos cuando queremos (sino cuando dice el reloj), no follamos cuando queremos (los animales deberíamos follar para procrear, pero nosotros somos más chulos que nadie y tenemos que hacerlo al menos 50 veces a la semana, porque sino tenemos una vida sexual poco activa), no dormimos cuando queremos (supongo que esta no necesita explicación), y así con todo lo que creemos que es lo único que verdaderamente controlamos.
  • ¿Tiene sentido a día de hoy ser libres?
¿Tiene sentido poder comer cuando quieras, cagar donde te apetezca o cubrir a una hembra cuando está en celo? Sinceramente os digo que creo que a estas alturas de la película NO.
Y la que para mi es la más complicada y la que más dolores de cabeza me da:
  • ¿Es posible progresar sin perder libertad?
Yo siempre que le hecho un rato llego a la conclusión de que no. Que la pérdida de libertad es inherente al progreso humano. A mi modo de ver es imposible progresar sin que el yugo pese cada vez más.


He aquí un pequeño muestrario de inventos que a mi modo de ver (muchas de estas ideas obviamente no son mías, sino asimiladas de otra gente...):

  • La rueda nos permitió mover cosas (y movernos más rápido). Pero a nadie se le escapa que desde entonces moverse es una obligación.
  • El fuego (aunque no fuese un invento en sí mismo). Nos ofreció luz, calor, protección, etc... Pero también nos fue obligando (para algunos seguro que fue ganar en libertad, pero yo creo que al contrario) a ampliar nuestra actividad más allá de las horas de luz...
  • El reloj. Nos permitió conocer de forma precisa en qué momento del día, mes, año, historia... etc. nos encontramos. Pero desde luego nos volvió unos esclavos. Todos estamos sometidos a la dictadura del reloj. No comemos cuando tenemos hambre, sino de 2 a 3. No trabajamos cuando hace falta, sino de 8 a 17. No dormimos lo que nos hace falta, sino 8 horas, etc...
  • El jabón. Es obvio que la limpieza trajo salud, pero a día de hoy estamos subyugados por la higiene, hasta tal punto que cada vez más y más niños nacen con alergias (yo creo que la sobrelimpieza es tan perjudicial como la contaminación).
  • El trabajo remunerado. Mucho más cómodo que buscarse la vida cazando, ya que te dan los medios necesarios para poder subsistir (aunque a día de hoy mucha gente con sus salarios no llegue...). Pero cuando éramos cazadores/recolectores, hacíamos lo que nos daba la gana. Cazábamos y recolectábamos cuando era necesario y no andábamos perdiendo el tiempo cuando no lo era (quién no haya echado horas inútilmente en su puesto de trabajo únicamente para fichar las que tiene estipuladas que tire la primera piedra).
  • Voy a decir más. Una de las primeras formas de trabajo remunerado “masivo”, similar al que ahora conocemos, fue las masas de obreros surgidas de la 1ª revolución industrial. Fue en esas condiciones de hacinamiento, cuando la higiene se hizo muchísimo más necesaria de lo que lo era....
  • Ordenadores. Cuando pienso en la palabra ordenador, se me viene otra a la mente: “progreso”. Parece indiscutible que el ordenador ha sido el súmmum del progreso humano. Algo únicamente comparable a la invención de la rueda o el control del fuego, pero probablemente elevado a la enésima potencia. Parece mentira que desde que en apenas 150 años, desde que Charles Babage ideó una de las primeras máquinas capaces de realizar cálculos hayamos cambiado todo de manera tan rápida, sencilla y despiadada. Pero de nuevo un gran progreso trae consigo una gran cadena. Y de la misma forma y manera que el progreso que ha traído ha sido incalculable. La condena está siendo aún mayor.

Lo más curioso de todo es la suma de contradiciones en las que como seres humanos y librepensadores nos vamos metiendo sin que nadie nos lo pida:
  • Nos quejamos del Gran Hermano que todo lo controla, pero curramos en empresas que diseñan cámaras de visión nocturna.
  • Nos quejamos de que Facebook utiliza nuestros datos. Pero diseñamos algoritmos súperoptimizados de minado de datos.
  • Nos banagloriamos de ser pacifistas, neohippies, o perroflautas pero curramos para empresas que venden productos a empresas de “defensa”.
  • Nos quejamos de que en España no hay trabajo, pero bien que compramos productos chinos a mitad de precio.
  • Nos quejamos de que cierran las tiendas de barrio, pero bien que vamos a comprar a Carrefour.

De hecho se produce otra paradoja muy curiosa: el hombre genera un progreso que siempre termina siendo opresor. Disfruta de él durante un tiempo, y luego mediante él intenta volver al estado liberal anterior. Pero eso es imposible, ya se ha dado el paso.

¿Ejemplos concretos? El 15M. Sí ese tema recurrente. ¿Acaso muchos de los que forman/formaron el movimiento no desarrollaron las herramientas de control contra las que luchan? Facebook o Apple lo desarrollaron gentes indignadas para ofrecer libertad a los demás, y resulta que lo que han hecho es oprimirlos aún más...

Estoy seguro de que más de uno del 15-M, trabaja/aba para las fuerzas de opresión que tanto contestan/aban. Es muy fácil meterse contra las grandes multinacionales en Sol y luego en tu oficina desarrollarles un software que hace que optimicen sus beneficios un 15%. Es muy fácil meterse contra los ejércitos en Sol, y luego trabajar en una empresa que vende tornillos a fabricantes de carros de combate.

En definitiva. Es muy fácil echarle la culpa a los demás.

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En teoría esto iba a ser una respuesta a la entrada “El gran hermano te observa”, pero al hacerse tan extensa he preferido publicarla como nueva entrada.

Amigo Doragasu, ¿el Facebook salta? ¿Te muerde los huevecillos?

Básicamente estoy de acuerdo en todo lo que cuenta Doragasu. Pero quiero hacer notar que la gente tiene mucha culpa. Primero porque le importa una mierda todo el tema de las libertades, y segundo porque somos nosotros mismos los que hacemos todas esas cosas que no nos gustan (me refiero a que aún no he conocido a nadie que haya renunciado a hacer un trabajo que le haya parecido inmoral...).

Ahí queda eso.

jueves, 1 de diciembre de 2011

El Gran Hermano te observa


Supongo que a día de hoy serán pocos los que no conozcan (aunque sea de oídas) la novela 1984, una ucronía distópica escrita por George Orwell en la que propone un gobierno dictatorial y opresivo en el que el “Gran Hermano” controla todos nuestros actos a través de unas pantallas y unas cámaras instaladas por todas partes, incluyendo los domicilios de toda persona.

Pues bien, resulta que aunque muchos tal vez no se hayan dado cuenta, el “Gran Hermano” ya ha llegado. Y no, no me estoy refiriendo al bochornoso “experimento” de Mercedes Milá, sino al fin de nuestra privacidad.

Para mi desgracia, como entusiasta de la tecnología que soy, esta será nuestro verdugo. En un principio, Internet parecía el abanderado de la libertad y la privacidad. Un paraíso en el que cualquiera con un ordenador y una conexión a la red de redes, podía ponerse la máscara con un nick y un avatar de su elección y enzarzarse en encarnizadas discusiones bajo la protección del anonimato. Al principio todo era bonito y la cosa funcionaba, pero no todo el mundo estaba contento. La industria de los contenidos (música y cine principalmente) vio cómo empezaron a proliferar las descargas y buena parte de la distribución escapaba a su control. Esta industria ha sido la primera en tratar de minar la privacidad de los que cuelgan y descargan contenidos audiovisuales sin autorización. Lo cierto es que a pesar de su empeño, por ahora han tenido relativamente poco éxito en la mayor parte del mundo, así que dejaremos esta discusión para otra ocasión. Otras entidades también han tratado de identificarnos y hacerse con nuestros datos. Google por ejemplo tiene muchos servicios que le permiten recopilar cierta información: su buscador, su servicio de correo electrónico, etc. Pero el inconveniente de esta información es que generalmente está desordenada y sin clasificar, y es difícil sacar datos en claro que sean útiles para algo más que ponerte un anuncio con propaganda sensible al contexto o sacar algunas estadísticas. El primer problema serio de verdad contra nuestra privacidad llegó de la mano de las redes sociales, siendo Facebook el mayor recolector de datos privados del mundo, datos que además están perfectamente clasificados, etiquetados y asociados a personas, que además se configuran en redes a través de sus relaciones.

La mayoría de los más de 500 millones de usuarios de Facebook suben alegremente a esta red datos privados: información sobre su trabajo, gustos, familia, amigos, fotos de sus vacaciones, aficciones, incluso datos de gran valor para ladrones y secuestradores: cuándo estás y cuándo no en casa, una idea de cuánto dinero tienes, etc. Facebook permite restringir el acceso a estos datos (cosa que muchos usuarios no hacen por desconocimiento o dejadez), pero incluso restringiendo el acceso, nadie está protegido. Son ya varias las ocasiones en que Facebook ha pedido perdón por filtraciones de datos, y estad seguros de que estas filtraciones seguirán ocurriendo (ya que los datos son el negocio de esta empresa).

¿Os habéis preguntado cómo gana Facebook dinero? Una fuente de ingresos es la publicidad que encontramos en esta red. Pero la fuente principal de ingresos es la venta de datos a otras empresas. Generalmente son datos genéricos, sin nombres ni apellidos, para la elaboración de estadísticas y estudios de mercado, pero no siempre es así. Por ejemplo es frecuente que las aplicaciones (siendo las más comunes los juegos como Farmville) tengan acceso casi completo a losperfiles de sus usuarios. No tengáis ni la más mínima duda de que Zynga (creadores de Farmville) deben tener una inmensa base de datos para vender al mejor postor. Estas redes sociales de código cerrado y draconianas condiciones de servicio (como la que dice que todo lo que subas a Facebook pasa a ser propiedad de Facebook) son auténticos enemigos de la privacidad. Como decía el controvertido Richard Stallman, “para Facebook tú no eres su usuario, eres su producto”. Su negocio es vender tus datos. Como dije antes, los datos recopilados por Facebook y otras redes de este estilo, están perfectamente ordenados, etiquetados y asociados a personas concretas. Usando técnicas de minería de datos (Data Mining) sobre estos datos, es posible obtener aún mucha más información de la que los usuarios creen. Los datos sobre la aplicación utilizada y la geolocalización que proporciona Twitter, permiten adivinar los recorridos que realiza una persona en su día a día, y pueden dan información útil para hackear sus cuentas. Diversos datos de Facebook pueden permitir a las compañías de telefonía identificar a los “líderes”, usuarios que a menudo condicionan que otros les sigan por ejemplo en un cambio de proveedor de telefonía. En 2003, la ubicación de Sadam Hussein se obtuvo en gran medida gracias a los datos introducidos en redes sociales por su chófer. Y como estos ejemplos, hay infinidad más. Como decía Nathan Hamiel de Hexagon Security, acerca de las redes sociales, “Ahora, aplicaciones legítimas hacen todo lo que antes hacía el malware y tanto nos asustaba”

El otro gran enemigo de la privacidad que tenemos hoy en día son los teléfonos móviles. Debido al modo en que funciona la tecnología celular, desde el día que te compras un móvil y lo enciendes, accedes a que tu operador sepa de manera aproximada dónde estás (concretamente, a qué BTS está anexado tu terminal). Esto puede que haya gente a la que no le guste, pero en realidad es el menor de los problemas. En el último año se han detectado acciones mucho más intrusivas. Primero saltó aquél tema tan incómodo para Apple, cuando se demostró que los exitosos iPhone e iPad registraban de manera detallada (usando el GPS) el recorrido que sus usuarios hacen a lo largo del día, sincronizando esta información con la base de datos de iTunes y enviándola a Apple (que a saber qué hará con estos datos). Su rival más directo, Google, también hace algo similar en los teléfonos con su SO Android, pero este al menos te avisa y permite desactivar esta caracteristica. Resulta irónico que Apple haya sido quien haya abierto la veda al “Gran Hermano” en el campo de la telefonía, si vemos el anuncio que creó para el lanzamiento de su ordenador Macintosh. En él se dibujaba una atmósfera inspirada en el libro 1984 en la que Apple se mostraba como el único salvador que podía evitar que la entonces todopoderosa IBM se convirtiese en el “Gran Hermano”.


Parecía que los usuarios de teléfonos fuera de la marca Apple estaban a salvo de ser espiados. Nada más lejos de la realidad. Recientemente se ha descubierto una intrusión aún mucho más flagrante contra la privacidad de los usuarios de terminales de RIM (Blackberry), Nokia y otros con sistema operativo Android. Se estima que un prograna de la hasta ahora desconocida Carrier IQ, está instalado en millones de estos teléfonos, y espía todas nuestras interacciones con el terminal (más): lo que escribimos, los mensajes que enviamos y recibimos, las aplicaciones que lanzamos, a quién llamamos, quién nos llama, la batería que nos queda, cuándo se enciende y apaga la pantalla, etc. Este programa no es una aplicación maligna que el usuario instale desde la tienda online, ni es un virus que infecte el teléfono y se instale en él. La cosa es mucho peor. Este programa viene instalado en muchos móviles de fábrica, porque los operadores sin escrúpulos le piden a los fabricantes (RIM, Nokia, HTC, etc.) que lo instalen para obtener estos datos.

La compañía responsable del programa ha asegurado que estos datos sólo se usan para diagnosticar problemas de consumo de batería, fallos en aplicaciones y cosas así, pero... ¿para qué quieren saber entonces lo que tecleo o el contenido de mis mensajes? ¿Por qué no hay una opción para desactivar esto? Y lo más grave: ¿por qué esta aplicación opera en secreto y los operadores y fabricantes no nos ha avisado de su existencia?

Orwell acertó en que el “Gran Hermano” llegaría, pero además de en la fecha, se equivocó al menos en 3 cosas. Lo primero, que no es el gobierno el que nos oprime y espía, sino las grandes y poderosas corporaciones. Lo segundo, que no es necesario implantar la vigilancia del “Gran Hermano” a la fuerza. Muchos se someten a ser espiados voluntariamente, regalando valiosos datos a las redes sociales, datos que antaño tanto les costaba conseguir a las consultoras, delincuentes, gobiernos, etc. Y lo tercero, que el “Gran Hermano” no se ha implantado como un método con el fin de lograr una cierta estabilidad política a base del control y la opresión, sino que simplemente ha sido un triste ejemplo de cómo los ciudadanos somos capaces de renunciar a algunas de nuestras libertades sólo por poseer un teléfono en el que la pantalla se deslice con suavidad, o por no sentirnos socialmente excluidos por no estar en tal o cuál red.

Para acabar y que mi crítica no sea sólo destructiva, propongo algunas medidas que podemos tomar para evitar en la medida de lo posible estas intromisiones, y que de hecho debería tomar cualquiera a quien le interese su privacidad. Las primeras medidas son las más importantes y son de concienciación, y las dos siguientes son más prácticas:
  1. Aprended a valorar vuestra privacidad. La mayoría de las veces que le cuento a alguien la maldad de Facebook o Apple por su afán recopilatorio de datos privados, su contestación es del tipo: ¿A mí qué más me da que Facebook sepa quién es mi novia o qué webs visito? Lo primero, porque a ningún desconocido debería interesarle esto. Si pones cortinas y persianas en tu casa, ¿por qué no te preocupas de proteger tu intimidad en Internet? La información es poder y en manos de algunas personas puede volverse en tu contra. Nunca sabes quién puede acabar obteniendo un dato que tú le has regalado a Facebook. De hecho se sabe que estas redes son una valiosa herramienta para ladrones y pedófilos...
  2. Asumid que las libertades sólo se obtienen y conservan luchando por ellas, y que esta lucha implica algunos esfuerzos y sacrificios.
  3. Evitad el software propietario. El software propietario guarda en secreto el código fuente de los programas y por ende nos impide saber lo que estos hacen y la información que puedan recopilar. Esto es especialmente importante de cara al Sistema Operativo (SO) que usemos. Usad GNU/Linux en vuestro PC, y renunciad a los móviles que no permitan usar un SO libre. Esto deja fuera los iPhone, Blackberry, teléfonos con Windows Phone 7, etc. De hecho los únicos que se salvan son los pocos que hay con Maemo y la maltrecha Meego, y los que permiten instalar distribuciones “no contaminadas” de Android, como la muy recomendable CyanogenMod o la totalmente libre, aunque todavía verde Replicant.
  4. Extremad las precauciones con las redes sociales. Si vais a poner información personal en ellas, aseguráos de configurar la privacidad adecuadamente. Evitad las redes que no permiten configurar la privacidad o que lo permiten pero de un modo (deliberadamente) confuso y propenso a errores. Evitad las redes sociales de código cerrado. Esto deja fuera a la gran mayoría de redes, como Facebook o Twitter. Alternativas libres y en las que tú controlas tus datos (y no el creador de la red) son Diaspora e Identica.
Y con esto me despido hasta la próxima. Esta entrada la anunciaré en mi cuenta de Twitter... (@doragasu) pero os aseguro que os costará encontrar información personal mía en esa cuenta ;-)