Como apasionado de la tecnología y preocupado por temas de privacidad que soy, a menudo no puedo más que sentir una extraña sensación de amor/odio cuando veo determinados gadgets que aparecen en el mercado, como por ejemplo los más avanzados smartphones. Son por un lado instrumentos con posibilidades infinitas, a los que da vida una tecnología digna de "007" o "El Caballero Oscuro". Pero por el otro lado, son máquinas capaces de chupar hasta el último bit de información personal, y subirla de manera instantánea a todo tipo de nubes y redes sociales.
(Tira cómica extraída de "El show de Juanelo")
Hay veces que las invasiones a la privacidad por parte de tecnologías punteras son para asuntos tan chorras que si no fuera porque el tema es serio, daría para reirse un buen rato. El último ejemplo de este tipo que me he encontrado, es el de la TV a la que no sólo tú miras, sino que ella también te observa a ti, al más puro estilo "Gran Hermano". Se trata de una TV dotada de micrófono, cámara y conexión a Internet. Dispone de reconocimiento facial (de modo que sabe a quién tiene delante) y del lenguaje (para interpretar órdenes sencillas como "pon el canal 27"). La idea es que si por ejemplo hay niños en el campo visual, la TV desactive el contenido para adultos, y que reconozca comandos de voz para poder usarla a distancia y sin mando. Visto así puede ser curioso, pero si uno piensa que la cámara y el micrófono están activos en todo momento, y que la TV se conecta a Internet, existe la posibilidad de que cualquier hacker pueda estar mirando y escuchando a través de los ojos de esa TV. Peor aún, la TV se conecta a la nube del fabricante, y manda los datos a las aplicaciones, que pueden hacer lo que quieran con ellos (la política de privacidad de la TV no especifica otra cosa). ¿Merece la pena arriesgarse a que cualquiera tenga ojos y oídos dentro de tu casa sólo por librarse del mando a distancia? Para mí, la respuesta es clara.
El problema viene cuando estas invasiones a la privacidad sí que son (o pueden ser) útiles. Hace unos días, Google presentó "Project Glass". Un dispositivo de visualización que se coloca en la cabeza y muestra información sensible al contexto (lo que se conoce como Realidad Aumentada).
Junto con las fotos, Google presentó un video conceptual que da una idea de las aplicaciones prácticas del invento:
Sin duda es un sistema fascinante, digno de cualquier película de ciencia-ficción, y el día que esto haya madurado hasta parecerse a lo que nos presenta el vídeo, puede ser también muy útil. Claro que también tiene su parte negativa: El que lleve encima uno de estos, le estará dando a Google aún muchos más datos de los que ya tiene. Google podrá saber exactamente con quién quedas, de qué hablas con él, qué compras, en qué fijas tu atención, qué tienes en tu casa, en qué estás trabajando... con esto podría conformarse un archivo con toda la vida de una persona. El día que esto se implante, con facilidad Google podría situarse el primero en mi lista de "enemigos de la privacidad", desbancando por goleada a Facebook.
Para mí es una lástima descubrir que esos cacharros que tanto me hubiera gustado tener tras verlos en las películas de ciencia-ficción, los vea a día de hoy como algo peligroso, hasta el punto de tener que avisar a la gente para que los evite en la medida de lo posible. Por lo menos, en el peor de los casos, siempre nos quedará ver las cosas con humor:
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