viernes, 20 de enero de 2012

MEGAFIASCO

¡Me encantan los americanos! ¡Lo hacen todo a lo grande! Megabarbacoas, megacoches, megaempresas, megaguerras, megacrisis, megafiascos, y lo último, el megacierre de Megaupload. Aquí en Españistán no podemos aspirar ni a una diminuta fracción de tanta grandeza. Cuando (por presiones precisamente de EE.UU.) se propuso en Españistán la Ley Sinde, muchos desafiaban a la ex ministra con imposibles: ¿Y por qué no cierras Google y Megaupload? Pobrecita Sinde, que tuvo que resignarse. Pero para el Megapoderoso Tío Sam, no hay nada imposible. Empieza a temblar Google, no vayas a estar en su punto de mira.

Y todo por culpa de una industria que se niega a reconocer que su tiempo pasó, que muestra una excepcional incapacidad de adaptación a los tiempos que corren. Un megadinosaurio que se muere... pero que muere matando a todo el que se cruza en su camino. Primero a sus propios clientes (sin importar que fueran ancianas o niñas de 12 años), y ahora a quien más ha difundido sus contenidos de manera ilegal. Espera un momento, ¿he dicho ilegal?... En fin, parece que ni yo mismo estoy a salvo de sus campañas de adoctrinamiento, esas que repiten tanto una mentira, que acaba siendo aceptada como verdad.

No hace falta ser un experto en derecho (yo de hecho soy bastante ignorante del tema) para darse cuenta que la legislación tiene 2 pilares básicos:

  1. Intervención mínima: no se hacen leyes nada más que cuando es estrictamente necesario. 
  2. Se regula la excepción, aquello que es unánimemente condenado por el grueso de la sociedad, por el ciudadano de a pie. 
Con estas premisas en mente, uno se pregunta: ¿son las descargas de contenido audiovisual unánimemente condenadas por la sociedad o por el contrario son percibidas como algo bueno? ¿Es necesaria su regulación o prohibición?

Las primeras regulaciones al respecto (las leyes de copyright), se introdujeron para restringir el derecho de copia no a los usuarios, sino a los editores. Recién estrenada la imprenta, y dado el elevado coste de preparar las planchas para hacer una tirada de un libro, esta regulación permitía al editor obtener derechos en exclusiva de una obra, de modo que así podía amortizar el gasto de publicarla. De este modo, los editores publicaban más libros y el beneficiado en última instancia era el ciudadano de a pie. Estas regulaciones, hasta ahora, no fueron nunca contra el ciudadano que aquí en España tiene el derecho de copia privada recogido en la LPI, y por eso nadie ha ido a la cárcel por copiar obras audiovisuales sin ánimo de lucro. Copiar estas obras no sólo es legal, sino que además es bueno.

Si copiar contenido audiovisual es legal y bueno, ¿por qué tanto esfuerzo por adoctrinar y legislar? Porque amigos míos, la copia indiscriminada por Internet favorece a la mayoría, pero perjudica a unos pocos, y esos pocos tienen mucho poder y mucha pasta. Utilizan sus recursos (y muchas veces también los tuyos) para darle la vuelta a la tortilla, adoctrinando y legislando en su favor en lugar de en favor de la sociedad. Tal es el poder y la presión que ejercen que si bajas la guardia, con facilidad pueden engañarte y hacerte creer sus mentiras.

Muchos cargos se imputan a Megaupload, cosas como crimen organizado, blanqueo de dinero, etc. pero no es ningún secreto que el verdadero motivo que ha llevado a su cierre es su implicación en las llamadas “redes de descargas ilegales”. Las empresas distribuidoras de contenidos afirman sin pudor que Megaupload les hacía perder 500 millones de dólares. Me encantará ver en sus datos de ventas de aquí a unos meses cómo se refleja este dato en un gigantesco aumento de ganancias.

Curiosamente, ha sido el FBI el que ha propiciado el cierre de Megaupload. Será que no tenían nada mejor que hacer, como por ejemplo encerrar a todos los estafadores de Wall Street, que entre 2001 y 2008 especularon y crearon la mayor burbuja financiera de la historia. Una burbuja que desembocó en una crisis en la que seguimos 3 años después y cuya recuperación se prevé que va para largo. En el documental Inside Job, cuentan con infinidad de entrevistas y datos rigurosos, cómo se fraguó esta crisis, y cómo en estos años muchos de los responsables de la misma ganaron cientos de millones de dólares, aún a sabiendas de la inevitable crisis que estaban desencadenando. Sorprende (entre muchas otras cosas) que ya en 2004 el FBI detectó esta estafa a nivel global y avisó de sus posibles consecuencias. Han pasado casi 8 años y ninguno de los responsables ha sido encarcelado o ha devuelto un céntimo de lo que se llevó. Es más, muchos de los que llevaron a su banco o aseguradora al nivel de quiebra, fueron despedidos cobrando indemnizaciones de más de 100 millones de dólares. Otros conservaron sus puestos o recibieron otros similares, algunos incluso en la administración Obama. La mayoría de estos elementos han sido relacionados con el uso de prostitución o el consumo de drogas, ¿a qué esperas FBI? Cierras Megaupload de la noche a la mañana, pero a estos elementos les dejamos campar a sus anchas, arruinando al mundo entero.

El documental Inside Job (de 2010), que os acabo de comentar, por desgracia es difícil de encontrar en Españistán, incluso en tiendas online grandes como DVDGo. Si queréis verlo (lo cuál recomiendo encarecidamente) podéis descargarlo de Meg... Ops, pues va a ser que no, os quedáis sin verlo. Bueno, no hay que preocuparse, al fin y al cabo podéis ver Gran Hermano 12+1, que justo se estrenó a la vez que cerraba Megaupload. ¿Casualidad? ¿Es este el fin del mundo que profetizaban los Mayas? Todo puede ser.

jueves, 12 de enero de 2012

Decadencia


Toda nuestra ciencia, comparada con la
realidad, es primitiva e infantil... y sin
embargo es lo más preciado que tenemos.

Albert Einstein.

En su libro El mundo y sus demonios, Carl Sagan en otro de sus loables intentos por popularizar la ciencia, habla de su vital importancia en el devenir del mundo. En el libro, Sagan se lamenta también del profundo analfabetismo y desinterés científico que nos envuelve cada vez más. Describe la falta de escepticismo y curiosidad por saber cómo funcionan las cosas, y cómo estos ingredientes nos llevan a la ignorancia, a la vuelta al misticismo, la superstición y la magia. En un mundo en el que los avances científicos en medicina y otras áreas han permitido curar infinidad de enfermedades antes mortales y prolongar la esperanza de vida cada vez más, la sociedad se da la vuelta en un sorprendente espaldarazo a la razón.

Hace poco he podido celebrar dos noticias que utilizando el escepticismo y la razón de los críticos, han echado por tierra dos de los timos más ampliamente extendidos. El primero de ellos, las pulseras mágicas (esas que exhibía nuestra ex ministra de sanidad), y el segundo, la homeopatía. Por fin un estudio del Ministerio de Sanidad concluye con que la medicina homeopática no tiene efecto mayor al de un placebo. Soy consciente de que a pesar de leer esto, los partidarios del uso de la medicina homeopática muy probablemente seguirán recomendando su uso, pero esto al menos cerrará a estas prácticas la entrada en la Seguridad Social (o al menos eso espero).



Para mi desgracia, la alegría duró poco. Más recientemente aún he podido leer la confirmación de que la ciencia tiene un aspecto secundario no sólo en España (con el recientemente anunciado recorte de 600 millones de euros en ciencia y tecnología, sino de manera global, como se puede ver en EE.UU. que no contento con desmantelar en 1995 el único organismo encargado de asesorar a la Casa Blanca en ciencia y tecnología (la ejemplar Oficina de Asesoramiento Tecnológico u OTA) muestra un completo desinterés político por los temas científicos, causado tal vez por la incomodidad que a menudo estos plantean (como por ejemplo con el problema del cambio climático).

Tal vez muchos no lo vean así, pero sin duda la labor científica es necesaria. Es cierto que la ciencia no es perfecta, que tiene sus límites y que los científicos no están exentos de la falibilidad humana. Pero aún así la disciplina científica en su constante aliento por desafiar, contrastar, revisar, divulgar y mejorar sus métodos y hallazgos es lo único que nos ha permitido abandonar las cavernas y la vida nómada, con hambrunas constantes y noches en vela por miedo al depredador y a que no vuelva a salir el sol. La ciencia nos ha permitido prolongar la esperanza de vida hasta límites insospechados, reducir drásticamente la mortalidad infantil y aprovechar con la mayor eficiencia posible los limitados recursos que la naturaleza ofrece a una población cada vez más y más creciente. El pensamiento científico y escéptico nos protege de estafadores y charlatanes. La ciencia es luz en la oscuridad. Una luz que nos permite contemplar y comprender lo que antes era invisible y mágico. Una luz que revela nuevos caminos y nos muestra las maravillas y secretos que con tanto celo guarda la naturaleza.

Si damos la espalda a la ciencia volveremos a oscuridad, tal y como ocurrió en la Edad Media, en la que la Iglesia monopolizó y guardó celosamente todo el conocimiento generado por las culturas griega y romana. Una oscuridad que relegó al olvido todo lo conseguido por la medicina hipocrática, impidiendo su avance con prohibiciones como por ejemplo la realización de autopsias, y relegando la curación de enfermedades al uso de rezos y cataplasmas. Sin la ciencia y el escepticismo como armas, estamos indefensos no sólo ante chamanes, astrólogos, exorcistas, mediums, telépatas y tantos otros "hechiceros", sino también ante curanderos, homeópatas, pulseras mágicas, campañas anti vacunación, productos de teletienda y tantos otros "remedios milagrosos" a menudo incluso disfrazados de pseudociencias.

¿Te gusta usar tu ordenador y tu teléfono móvil, iluminar tu casa por las noches y tener agua caliente? ¿Vas al médico a que te recete antibióticos para combatir la fiebre y pasas por el quirófano para curar una apendicitis? ¿Te alegras de tener una familia en la que has conocido a tus abuelos y no hay ningún caso (o casi ningún caso) de muerte infantil? Si asientes ante algunas de estas cosas, no des la espalda a la ciencia y a su brazo tecnológico. Intenta pensar de manera escéptica, sobretodo con las prácticas mágicas y remedios milagrosos, esos que jamás han logrado probar que funcionan, pero que le sirvieron "al amigo del cuñado de tu vecino". Alimenta tu curiosidad por saber cómo funcionan las cosas. Protesta contra los recortes masivos en algo que es tan fundamental para el devenir de la humanidad. Preocúpate de darle una educación científica a tus hijos. Comunica tu escepticismo a los crédulos. No te dejes amedrentar por los que se burlen de ti y te llamen cosas como aburrido, estrecho de mente, reduccionista, etc. Al que te llame escéptico o incrédulo, dale las gracias por el elogio.

Y sobretodo, no tomes como verdad infalible todo lo que está escrito en esta entrada (y por extensión en este blog, en todo Internet y en cualquier libro o discurso). Si algo no te convence, razona todos los argumentos expuestos, reúne, contrasta y verifica todas las pruebas que puedas encontrar a favor y en contra de cada uno de esos argumentos y finalmente, si obtienes argumentos sólidos, refuta todo lo que esos argumentos te permitan. Porque así lo alienta el método científico.